... resulta que hace miles de años un emperador incaico, cuyo nombre no puedo recordar en este preciso momento, explotaba una gran mina de plata en la región del collasuyo (hoy el occidente boliviano, norte chileno y noroeste argentino). un día, un pastor de la zona, siguiendo a una llama perdida, tras caminar por varios kilómetros se vió cubierto por la noche y encendió fuego para descansar al pie de una montaña. el indio vió sorprendido como el fuego derretía la montaña, que parecia estar hecha de material precioso. a la mañana siguiente, corrió a los generales para contarles sobre el nuevo yacimiento que había encontrado. la noticia no tardó en llegar a los oídos del inca, que ordenó la inmediata explotación del cerro. semanas más tarde, los generales retornaron al emperador contando que, al momento de empezar a cavar, un enorme estruendo desde dentro de la tierra -como una gran explosión- les advirtió que se fueran, que esas riquezas estaban destinadas para otros. aquel estruendo, en el idioma quechua, fue conocido como potoj ... la explotación se detuvo y nunca más los quechuas volvieron a tocar la montaña.
... varias décadas más tarde los conquistadores llegaron a ese mismo lugar para encontrarse con la mina que durante cinco siglos daría de comer al mundo entero y Potosí, la ciudad que fundaron sobre ese árido e inhóspito paisaje, pasó a celebrar aquella leyenda de los quechuas que, recordando lo que allí había ocurrido, sólo repetían al referirse a la montaña... potoj...
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