Tuesday, September 26, 2006

Garabatos, mentiras y videojuegos: el duelo en la relación padre - hijo.
A case study.


Cooper, Dennis, God Jr., New York, Black Cat; 2005. 163 p.

La pregunta surge después de la lectura, no antes. Antes, está muy claro. Por lo menos las señas que nos dan están claras. Después de la lectura, las señas se han convertido en esculturas de hielo en días soleados, en una barra de chocolate dentro de un bolsillo, cualquier metáfora de disolución y cambio de estado. Después de la lectura, insisto, la pregunta es constante: ¿dónde?

Un evento. Un evento como tantos otros, todos los días y todas las noches, en las carreteras del mundo. Uno sólo que condensa todos los eventos en la vida de un padre y un hijo. Un evento que interrumpe todos los eventos. Por lo menos para el hijo. Un evento que le hace un gesto de bienvenida a la mentira de la introspección; un gesto de bienvenida a la introspección de la mentira.

"'We were driving around. Tommy was going on and on about something he thought was really great. I think it was something that had happened to him. I wasn't really listening. But I didn't interrupt him, and I guess I usually did. I was thinking about something that made me happy. [...] So he smiled at me and said, 'I wish you were my dad.' Then he cracked up, because that was kind of clever. He probably stole it from some movie. But I knew he meant it. And I thought, I suck. I really, really suck. Then I hit the phone pole.'

'Sad story', Fred says."

El azar, el destino, en la literatura, parece ser un viejo truco de escritura. El azar es la decisión del escritor; el destino, las responsabilidades que le crecen a las decisiones. En la página, Tommy, hijo de Jim, es el que muere. En la página, Jim, padre de Tommy es el que decide cargar el cuerpo del hijo que sale despedido por el parabrisas y alejarlo de la escena del crimen como se alejan los malos pensamientos. Logra alejarlo tanto que la gente alrededor, investigadores y abogados incluidos, se enteran que en la misma noche, el padre sufre un accidente en el auto y pierde la movilidad en las piernas, y el hijo es asesinado a golpes cerca de un teléfono público cuando intentaba pedir ayuda. La mentira patológica como introversión.

Jim, padre de Tommy y esposo de Bette, comienza el viaje del duelo. Lo comienza desde la mentira. Desde la mentira de una silla de ruedas que no necesita (ha descubierto que puede sostenerse en pie y caminar al iniciar la novela), la mentira del reconocimiento y el tributo. El tributo en el duelo. El duelo como tributo. El duelo y el tributo como mentira.

El tributo al hijo muerto es un monumento de proporciones indecentes, construido en el patio trasero de la casa familiar, copia fiel de un garabato que el hijo dibujó en varios cuadernos, al lado de mujeres desnudas y patinetas. Un monumento sin forma y sin propósito. Tal vez el autor le ha dado al clavo con la situación: un padre le construye a su hijo muerto un monumento estúpidamente informe, sólo porque las relaciones entre un padre y un hijo comienzan y terminan como un monumento desproporcionado y sin forma. En el inter, hay laberintos, amagos de intimidad, franca desgana, olvido, remordimientos y frases tiradas al azar como trampas para cazar osos.

El viaje del duelo, para Jim, otrora agente de bienes raíces, ahora dependiente de una tienda de disfraces para niños, inicia con el monumento. Y termina en él. La búsqueda del origen del monumento es la búsqueda del origen de los garabatos es la búsqueda del hijo invisible es la búsqueda del refugio para sufrir sin molestar a nadie es la búsqueda dentro de un juego de video es la búsqueda de una mentira que las englobe a todas y por fin nos haga la vida llevadera.


"Imagine if you were born to spend ten or fifteen minutes interacting with a stranger and then he never arrives."


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