Friday, October 06, 2006

... aprovechando la poesía, les comparto un poema que me traje del olvido, escrito por un 'capo' de las letras de estas latitudes
CANTO DEL HOMBRE DE LA SELVA de Raúl Otero Reiche

Yo soy la selva indómita, la tempestad de aromas de la tierra insurgiendo en galopes de torrentes. Por mis venas sonoras fluye el perfume líquido del sol, padre del fuego. Mi pensamiento fulge en llamaradas de estrellas. Nací del parto de oro de la tormenta verde. No me falta ni el látigo del rayo, ni las riendas del viento, para ser el jinete de la aurora con mi poncho de nubes y la guitarra de cristal del río sobre los hombros anchos del infinito. Yo soy el que esperaban los jaguares manchados de luceros, los toros ígneos de crepúsculos, los caimanes de hierro, las palomas de seda, para la transfusión de sangres bárbaras. Yo soy el arquetipo de esta raza salvaje que quiso limitar el horizonte, pisar el borde mismo del planeta y con el cigarro entre los labios dejarse caer, dejarse arrebatar súbitamente por la inmensa cachuela del espacio. Hombre de la llanura sin fin, más larga que la vista, más amplia que mis brazos extendidos en una imploración de pueblos. La extensión se me escapa de las manos, rojas de palmear en el vacío para que nos escuchen los silencios. Tengo en los ojos los diamantes de nuestras minas de chiquitos, la cólquide oriental, la que da chonta para el arco y guayacán para la hoguera. Mi corazón es la colmena y mi cerebro el hormiguero. Vibran mis músculos de boa, se abren cantando mis arterias. Mis labios sangran en el grito de luz y aroma del clavel. Yo soy el hombre de la selva, perfume, cántico y amor, pero encendido de relámpagos, pero rugiendo de huracanes. Yo soy un río de pie.

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